miércoles, 11 de abril de 2007

Buscando al salvaje que lleva dentro, se va a la Martinica en 1887. Busca una libertad casi animal y para ello debe confundirse con la naturaleza, con la inocencia de lo primitivo. Para él, ser un salvaje consistía en volver al origen. En la Martinica consiguió liberarse de las ataduras impresionistas; sus colores se hicieron luminosos, contrastados, extendidos en amplias zonas de la superficie del cuadro: lo oriental se iba introduciendo tímidamente en su pintura.

El nuevo sueño de Gauguin es marcharse a Tahití, llegando a Papeete en 1891. Piensa ganarse la vida haciendo retratos pero decide retirarse de la civilización y vivir con una joven mestiza. Gauguin va al trópico para encontrarse con las verdades eternas: el misterio de la vida, el amor, la muerte, el erotismo como único modo de escapar a Thanatos. El primitivismo y el simbolismo marcan su pintura de esta etapa, como se pone de manifiesto en Yo te saludo, María; La mujer con la flor; Tierra deliciosa o Diversiones. Demuestra que el color, al mismo tiempo que crea un sistema espacial, incluso para abrir un espacio más imaginativo, también es vibración, como lo es la música.


En septiembre de 1893 regresa a París, donde espera el reconocimiento de su talento y el éxito económico, pero ocurre lo contrario, por lo que en junio de 1895 se traslada de nuevo a Oceanía, desesperado, enfermo, alcohólico y solo.

Las Marquesas serán su nuevo destino y allí hará sus obras más famosas: Never more; Los jinetes; Joven con el abanico; Cuentos bárbaros; ¿De dónde venimos?, ¿Qué somos?, ¿Adónde vamos?; o Y el oro de sus cuerpos, obras en las que pone de manifiesto su intención de romper absolutamente con la tradición realista. Gauguin está siendo un simbolista y lo confirman sus propias palabras: "Aquí, en mi choza, en completo silencio, sueño en violentas armonías, entre los olores naturales que me embriagan. Un deleite destilado de algún horror indescriptiblemente sagrado que percibo emanando de las cosas". Gauguin empieza una importante campaña a favor de los indígenas y, al tener dificultades con las autoridades de Tahití, abandona la isla y se traslada a Atuana, donde intenta aislarse lo más posible con una muchachita muy joven y en una cabaña confortable; morirá, al parecer de un ataque cardíaco, el 8 de mayo de 1903, soñando con regresar a Europa y volver a empezar, esta vez en España.

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